La tormenta mediática que se ha desatado en todos los medios de comunicación sobre la decisión de IU Extremadura de abstenerse en la votación para elegir al nuevo presidente de la Junta no me sorprende, es más me suena a ya visto. No me sorprende que los medios “progresistas” (El País, Público, TVE, etc.) intenten manipular las conciencias y presenten a IU como la causante de que el Partido Popular gobierne en muchos sitios, se ha llegado a decir que el PP gobierna en la Diputación Foral de Álava por la abstención de IU cuando el propio PSOE ha votado al PP. Tampoco me sorprende la hipocresía de los medios derechistas (ABC, La Razón, Antena 3, etc.) que, siendo conscientes de que combatirían despiadadamente un hipotético gobierno de IU, aplaudan la “integridad” e independencia que demuestra IU si no pacta. Asumo que ante la potencia de fuego mediática sin posibilidad de respuesta del mismo calibre, el mensaje puede calar en algunos sectores de la opinión.
Siempre ha sido así. El sistema se basa en el bipartidismo formado por el PP y el PSOE con sus respectivos grupos mediáticos detrás y el juego consiste en turnarse en los gobiernos de los distintos niveles administrativos. Cualquier posibilidad de salirse de este marco será atacada arteramente por los medios de uno u otro partido. Sirvan de ejemplo las palabras del presidente del Congreso José Bono: "Me gustaría que en vez de protagonizar la vida política de Extremadura Izquierda Unida, la protagonizasen el PP, que ha ganado las elecciones, y el PSOE, incluso que pudiésemos llegar a acuerdos. Deberíamos llevarnos mejor, entendernos más y que los minoritarios se queden en lo que son: minoritarios que en las urnas pintan poco". Estas declaraciones, que no han sido corregidas ni desmentidas, dejan claro que la política que se haga le da igual a José Bono, lo único que importa es ocupar puestos, pero en caso de no ganar, lo deseable es que gobierne el PP que es un partido serio y responsable, Es decir lo de ¡qué viene la derecha! es para el PSOE un mero eslogan electoral que no se creen ni ellos.
Ahora bien, lo que ya no entiendo y me causa una gran sorpresa es la reacción de nuestros dirigentes que, al parecer sí que se lo creen cual dogma de fe. Algunos responsables llegan a pedir incluso la expulsión de los compañeros que han decidido no apoyar al correspondiente candidato a alcalde o presidente del PSOE. Mientras tanto, con la complicidad voluntaria o involuntaria de nuestros dirigentes que están centrando el foco mediático, ¡ellos también!, en criticar, amenazar y chantajear moralmente a los compañeros de Extremadura, está pasando desapercibido el hecho de que el PSOE gobierna con el PP en el País Vasco, con UPN (¡derecha y del OPUS!) en Navarra, con CC en Canarias, que ha preferido gobernar con el PAR en Zaragoza en la legislatura pasada pudiendo haberlo hecho con IU y CHA, que está legislando en el Estado toda una contrarreforma laboral que retrotrae los derechos de los trabajadores a situaciones que creíamos superadas hace décadas apoyándose en la derecha.
Por otra parte, no he oído a ningún dirigente federal reflexionar sobre el proceso transparentemente democrático que se ha seguido para tomar la decisión en Extremadura, no he oído a ningún dirigente federal valorar el hecho de que los compañeros de Extremadura han renunciado, por coherencia personal, a la comodidad de aceptar un puesto bien remunerado al lado del PSOE que además conllevaría las alabanzas de los medios “progresistas” y han tenido la valentía de mantener una postura que los ha convertido en el “pim, pam ,pum” de la política nacional. Al parecer, estos no son valores dignos de ser resaltados para la mayoría de los dirigentes federales de IU.
Cuando en la campaña electoral se anuncia que bajo ningún concepto se permitirá el acceso a las alcaldías o a los gobiernos autonómicos a los candidatos del PP, se está reforzando el mismo mensaje del PSOE, a saber: ¡que viene la derecha!, pero entendiendo por derecha solamente a la estética del PP. Los partidos nacionalistas como el PAR, PNV, CiU, UPN parece que quedan excluidos de la categoría de derecha. De esta forma, el mensaje ya no es el contenido del programa electoral sino el peligro de que llegue la derecha así en abstracto, peligro que se impedirá en la medida en que se tenga suficiente apoyo. No se está diciendo que se impedirán en la medida de lo posible las políticas de derechas, sino simplemente que se impedirá que gobierne el PP. Porque ¿qué significa esa promesa? Que el PSOE no necesita negociar nada con IU, sabe de antemano que da igual lo que haga, en caso necesario tiene los votos de IU garantizados para alcanzar la alcaldía o el gobierno de turno y a partir de ese momento, tiene libertad para hacer y deshacer a su antojo pactando políticas concretas con la derecha. Así ha sucedido sistemáticamente.
Por otra parte, cada pueblo y cada región es un mundo en el que la política se materializa en personas concretas con una historia detrás. Cuando en una localidad la persona a la que hay que apoyar por imposición de la dirección federal ha privatizado los servicios públicos, cuando no solamente no ha actuado con transparencia sino que ha ocultado contratos y procedimientos, cuando ha manipulado el acceso a la vivienda pública con ánimo clientelista, cuando aún sin llegar a cometer delitos ha hecho una gestión indefendible, en esos casos se hace imposible el voto favorable en la investidura. Por eso cada organización local debe poder decidir las alianzas en su ámbito, respetando, eso sí, el programa electoral que ha presentado.
Pero es que, además, no es cierto que pactar con el PSOE garantice el cierre del paso a la derecha. Parece que se ha olvidado lo sucedido en Asturias, en Sevilla, en Cataluña, en Barcelona, en Baleares y en muchos pueblos. No he visto ningún análisis de por qué en estos paraísos del entendimiento de la izquierda ha sido posible que la derecha alcance la mayoría, en muchos casos mayoría absoluta. Y sí que he leído declaraciones de dirigentes de estos lugares criticar ferozmente a los compañeros de Extremadura sin ningún asomo de reflexión sobre lo sucedido en sus territorios. Parece ser que allí ha ganado el PP por designios del altísimo y sin responsabilidad alguna de su actuación política.
Precisamente, en la reflexión sobre estos hechos se encuentra el problema principal bajo mi punto de vista.
Cuando la dirección de IU toma estas decisiones: ¿es porque está convencida de que absolutamente en todos los pueblos de España es mejor que gobierne el PSOE a cualquier precio? No lo creo. Más bien se piensa en la imagen mediática que se va a propagar porque se permite la entrada a “la derecha”. Se piensa que apoyando al PSOE de forma acrítica y entreguista (porque, se diga lo que se diga, de eso se trata cuando se promete en la campaña electoral sin más matices que en ningún caso se permitirá que gobierne el PP), los medios de comunicación “progresistas” nos tendrán en cuenta y, de esta forma, nuestro mensaje llegará a más gente y ganaremos influencia.
Creo que es un razonamiento absolutamente erróneo. Los medios de comunicación están en manos de grupos de interés económicos que transmiten los mensajes que consideran convenientes para sus intereses. Alabarán o atacarán a IU en la medida en que una actuación puntual pueda beneficiar o perjudicar a sus intereses que, en lo fundamental, son coincidentes para todos ellos. Nunca lo harán porque su postura sea más o menos razonable. Si la dirección federal de IU piensa que se puede llegar a conseguir el apoyo de estos medios para un programa realmente transformador creo que comete un grave error político que la incapacita para llegar a transformar nada. Por poner algunos ejemplos: ¿alguien piensa que algún grupo de medios de comunicación va a ayudar a explicar el expolio que se está cometiendo con las cajas de ahorro, su regalo al capital privado, y la posibilidad que habría de crear con ellas una banca pública?, ¿qué información están transmitiendo estos medios sobre la guerra imperialista de Libia?, ¿por qué, con pequeños matices, todos insisten en la insostenibilidad de las pensiones públicas cuando es completamente falso?
Hay dos partidos que representan los intereses del capital (de los mercados se dice ahora) en lo fundamental. Coinciden en el análisis de la crisis y en los remedios para superarla: rebajar salarios, recortar derechos laborales, abaratar despidos, rebajar impuestos a los ricos, privatizar los servicios públicos (aeropuertos, loterías), recortar las pensiones. Coinciden en lo fundamental de las relaciones con la Iglesia Católica, ya que ambos la financian con recursos de los impuestos públicos (y hay que decir que cada cruz en la declaración del IRPF en la casilla correspondiente aporta el doble a la Iglesia Católica con Zapatero que con Aznar por la reforma que aprobó el PSOE). Ambos consideran la guerra como instrumento válido de la política exterior. Ambos afirman que la gestión privada es más eficiente que la pública. Ninguno de los dos ha aprobado una ley de transparencia de las que están en vigor en muchos países europeos que obligue a las administraciones públicas a hacer público aquello que no sea expresamente declarado como secreto.
Evidentemente hay matices entre ellos y con respecto a determinados derechos (homosexualidad, aborto…) las diferencias son sustanciales, pero en lo fundamental para el capital coinciden milimétricamente. Incluso leyes que garantizan derechos como la asistencia a la dependencia se aprueban demagógicamente sin los suficientes recursos presupuestarios.
En estos momentos, entrar en el debate sobre el cierre del paso a la derecha, así en abstracto, es entrar en el juego del bipartidismo. La derecha se presenta en un solo partido en gran parte del estado con excepciones en determinados territorios en los que existen partidos de derechas locales. En la izquierda no han conseguido todavía eliminar a IU para integrarla en el PSOE. No ha sido por falta de intentos, hagamos memoria.
Mientras lo siguen intentando, lo de ¡que viene la derecha! es una artimaña para desviar el debate desde los programas, desde la ética de las acciones de gobierno concretas hacia la estética de quien ocupa el cargo.
Hay un argumento que se repite desde quienes defienden el cierre del paso a la derecha como misión fundamental (si hiciéramos caso a lo que se publica estos días misión casi única) de IU. Se dice que aunque es cierto que el PSOE hace políticas de derechas, su base social no es la misma. Estoy de acuerdo. Como también creo que entre los votantes del PP hay millones de ciudadanos cuyos intereses objetivos están en abierta contradicción con el programa que votan. Ahora bien, la conclusión no puede ser que IU garantice en cualquier circunstancia el gobierno del PSOE porque en ese caso el mensaje que llega a la ciudadanía es únicamente el de “¡que viene la derecha!” y en ese caso, dada la ley electoral que ni el PSOE ni el PP han querido modificar, lo mejor que pueden hacer los votantes es practicar el voto útil que asegura la validez de su voto para cerrar el paso a la derecha.
La conclusión que se ha de sacar es que únicamente con una presencia fuerte de IU se podrá forzar al PSOE a virar a la izquierda en algunas políticas. Por ello, en el programa electoral se debería incluir un apartado en el que se dejase claro qué líneas rojas no se pueden traspasar si se quiere el apoyo activo o pasivo de IU. Por poner dos ejemplos, se pude incluir en el programa electoral y explicar durante la campaña electoral que solamente se apoyará al PSOE si se compromete a aprobar una ley de transparencia que obligue a las administraciones a informar a los ciudadanos sobre todos los asuntos que no sean declarados expresamente secretos al estilo de las existentes en algunos países europeos, y si se compromete a dar la batalla real con medidas concretas contra el fraude fiscal. De esta forma, el mensaje de cerrar el paso a la derecha se acompañaría de un contenido mínimo y, llegado el caso, obligaría al PSOE a definirse sobre cuestiones fundamentales. El mensaje que llegaría la ciudadanía no estaría vacío.
Esto no quiere decir que IU no deba gobernar en coalición allí donde sea posible, pero debe con unos límites claramente expuestos ante los ciudadanos en la campaña electoral. No se trata de exigir todo nuestro programa pero sí aquéllos aspectos que consideremos irrenunciables. Y entre estos se encuentran prioritariamente todos los relacionados con la transparencia.
Es un hecho que IU tiene un problema de comunicación con los ciudadanos. Para poder comunicarse hacen falta dos elementos: un mensaje que transmitir y un medio para hacerlo. De aquí surgen dos preguntas: ¿cuál es el mensaje? y ¿con qué medios contamos para transmitirlo? Evidentemente, el mensaje es el programa electoral y para transmitirlo IU no cuenta con un grupo mediático detrás. Los dirigentes de IU se deberán convencer de que únicamente una militancia motivada y comprometida con un programa suficiente debatido y asumido puede suplir la falta de medios de comunicación.
Ramón Sánchez Arrieta
Nota: Ramón Sánchez Arrieta ocupo el segundo puesto en la lista electoral de Izquierda Unida de las pasadas elecciones municipales en San Sebastián de los Reyes.