Las fiestas de un pueblo o ciudad, ya en este caso, son momentos de júbilo, que arrancan en la historia para servir de recompensa y esparcimiento tras el esfuerzo del trabajo realizado durante el año. Por unos días la ciudad se abre a sus calles para vivirlas, no solo para transitarlas. Estas fiesta deberían contemplar una explosión de aportaciones vecinales, culturales, la actitud creativa debería llenar las calles, alejándonos a quienes las vivimos de la posición meramente consumidora. 

Se reduce el tiempo, se merman los contenidos y actividades festivas, apoyándose en la crisis en la que estamos inmersos y desaprovechan  la experiencia de una población asentada y  el caudal que supone la llegada de numerosos nuevos vecinos. Gentes con potencialidades e inquietudes artísticas, deportivas, científicas, culturales… que podrían ofrecer su conocimiento, habilidades a una fiestas verdaderamente populares.

Si a excepción de las actividades taurinas, las Fiestas de S.S. de los Reyes podrían confundirse con las de cualquier otro pueblo de la comunidad de Madrid, ¿Dónde queda el interés turístico de las nuestras?.

Las Casetas forman parte de la aportación que entidades ciudadanas, sociales y políticas hacen a sus vecinos. Son un espacio no solo donde poder calmar la sed o el hambre, sino donde exponer su trabajo y particularidades, un espacio de toma de contacto y convivencia con sus vecinos, probablemente la más abierta y directa del año. Esto también ha sido hurtado al pueblo de Sanse, no solo incumpliendo el reglamento existente, sino desbaratando el objetivo social y participativo que supuestamente pretenden.

No podemos conformarnos con el debilitamiento acelerado de las estructuras y redes sociales, no podemos aceptar la privatización, comercialización de todo cuanto nos rodea.